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A qué velocidad debo pedalear – A P O L O R A M A
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A qué velocidad debo pedalear

A qué velocidad debo pedalear

 

Si te habrás dado cuenta, en provincia, principalmente en los pueblos pequeños, la gente acostumbra a pedalear su bicicleta a un ritmo súper lento. Un citadino como yo, acelerado y con el estrés en el cuerpo al 1000%, cuando los miraba decía “hasta con flojera manejan estas personas”. Al escucharme, un buen amigo que me hacía compañía en un viaje me replicó “si manejaran a mayor velocidad les sobraría mucho tiempo en su día, además, para qué manejar tan rápido si a veces no tienen lugar a dónde ir”.

 

Es verdad, cuántas veces cada uno de nosotros analizamos el uso del transporte que utilizamos para trasladarnos en el día a día. En la mayoría de las ocasiones, es más la búsqueda de la comodidad y rapidez para llegar a nuestro destino que hacernos del hábito de salir con tiempo de anticipación para caminar o utilizar la bicicleta, la cual genera un beneficio físico y medioambiental.

 

Cualquier metrópoli, como la Ciudad de México, es complicada para transitar entre semana por la cantidad de personas que habitan o que la atraviesan desde los estados conurbados a los diferentes puntos para trabajar. Sumándole a esta situación la cantidad de vehículos que por familia se tienen, más el trasporte público y el destinado para las empresas, lo complican aún más.

 

Hay dos excusas con que todo capitalino defiende el uso del vehículo automotor sobre caminar, usar transporte público o la bicicleta. La primera, “que las distancias son muy largas”. Para esta excusa la respuesta es: si medimos la Ciudad de México de norte a sur (de Santa Isabel Tola hasta el Deportivo Xochimilco) hay una distancia de 35 km, mismos que sin tráfico y en auto se recorren en una hora y veinte minutos, a una velocidad de 80 km/h, con semáforos. Si la medimos de oriente a poniente (de Ciudad Nezahualcóyotl hasta los corporativos de Santa Fe) hay una distancia de 33 km, mismos que sin tráfico y en auto se recorren en una hora y quince minutos, a una velocidad de 80 km/h, con semáforos.

 

Estas distancias que oscilan entre los 30 y 40 km en bicicleta tradicional o ecobici, a una velocidad de 40 km/h, se recorrerían en una hora y cuarenta y cinco minutos aproximadamente (si es en una Fixie hasta en una hora), pero con la cantidad de autos, semáforos, topes y pocos espacios (ciclo vías) para rodar el tiempo casi se duplica.

 

La segunda excusa: “el transporte público es lento, inseguro y sucio”. Este pretexto si tiene un gran porcentaje de veracidad. Aquí lo único que puedo comentar a favor es, que si se extremaran precauciones de salida, de la casa al trabajo o buscando rutas alternas, el transporte público, fuera de horas pico, cumple con su cometido.

 

Además de las excusas, hay dos factores que impiden crear una verdadera ciudad con movilidad incluyente:

 

  • Fomentar la cultura de la salud en las familias a través del ciclismo urbano o caminar, iniciando este cambio de hábito desde la casa y las escuelas.
  • Contar con una planeación gubernamental, la cual tenga la capacidad de proponer soluciones reales y haciendo partícipe a los legisladores para hacerlas ley.

 

Del primer factor expuesto, podemos predecir que cumplirá con su cometido después de que haya miles de ciclistas atropellados en las calles por buscar establecer su derecho a circular en comunidad con los autos, micros y camiones RTP.

 

En el caso de la planeación, podemos saber que la única gran idea fue impulsar la primer red de transporte en bicicleta, llamada “Ecobici”, la cual cuenta con más de 400 estaciones de servicio, solo en las colonias centrales de la Ciudad de México. Se prestan a concesión más de 7 mil bicicletas para aproximadamente 200 mil usuarios, quienes pagan anualmente 400 pesos, dejando una derrama para el concesionario y el gobierno de la CDMX de 80 millones de pesos.

 

Es mejor hacer negocio que reditúe a una planeación para el ciclismo urbano, en donde los que tengan bicicleta propia puedan hacer uso de ella en las calles de esta bella ciudad.

Ivan Olvera