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LA ENTREVISTA: EN LA IMAGINACIÓN DE BRUNO LLORET – A P O L O R A M A
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LA ENTREVISTA: EN LA IMAGINACIÓN DE BRUNO LLORET

LA ENTREVISTA: EN LA IMAGINACIÓN DE BRUNO LLORET

Nancy es la primera novela de Bruno Lloret (1990). Una historia situada en el terrible norte grande, que juega con la ilusión de la clase media y deambula a penas con fantasmas religiosos. «Nancy es lo que dice, lo que recuerda, pero también lo que calla», apunta Lloret. Este es el imaginario de un joven escritor que dejó una novela tapizada de cruces (X).

 

El autor de XX Nancy XX y Leña postula que la historia en una novela no solo se cuenta con el traspaso de acciones, también con un lenguaje que abre nuevos mundos.

Nancy nos cuenta su vida con un lenguaje real, visceral, doloroso. Nadie que pase por lo que pasa esta mujer de entrañable fuerza, puede hablar de otro modo. Alguien que jamás hace el amor, aunque sí culea,( como dicen los chilenos) harto y desde muy chica.

 

El imaginario de Bruno Lloret - Fundación La Fuente

 

 

Bruno con dos novelas , la primera es Leña y la segunda Nancy.En ambas se repite una dinámica: mujeres, su relación con la sociedad chilena y un lenguaje único que convierten a Bruno en un autor al que debemos seguirle la pista.

La forma de usar  las estrategias que se utilizan para transmitir exitosamente al lector el estado mental de quien narra, que el lector perciba las alteraciones por las que pasa una psique enfrentada a experiencias tremendas, de turbulencia trágica. Esas tentativas extremas de narrar desde un autista, desde un esquizofrénico, desde un maníaco depresivo, desde un alcohólico, un suicida o un miserable, etc. Nancy no es nada de eso, por cierto, ella es una sobreviviente fuerte y resiliente. Pero con la vida que le ha tocado, no se puede uno extrañar de que un cáncer fulminante la liquide antes de los 40 años. Nancy nos cuenta todo a ratos en tono de confidencia, precario flujo de conciencia, monólogo interior quebrado y quebradizo, salpimentando, dando espesor a la cruda relación de hechos que gobierna su franco y directo testimonio. Como la protagonista de una crónica roja ante las cámaras, Nancy es oralidad pura, a ratos introspectiva, pero el resto del tiempo con la fiereza expositiva de quien refiere sus anécdotas sin esperar risas o aplausos.

Seré aún más concreta, más específico. Porque lo señalado cobra relevancia o nitidez sólo cuando se identifica otro recurso que es utilizado con inteligencia ejemplar. He dicho que Nancy no es ni loca ni nada de eso, entonces ¿a qué me refiero? ¿qué particularidad es la que se sugiere a nivel de estado sicológico? Lloret llena su novela de equis. La letra X como recurso visual, no como mera letra. Una equis que es también una cruz oblicua. Y uno no entiende de buenas a primeras cuál es el sentido de esas intervenciones. De hecho el relato fluye con rapidez y uno deja de prestarles atención a esas X que se distribuyen mañosamente. Hasta que de pronto entiende: hay que mover la antena. Son interferencias. Suciedad. Algo borrado, tachaduras. Huellas de vacíos. Es como cuando uno lee un documento que se ha rescatado de algún incendio o de algún naufragio, y el investigador a transcribir pone «ilegible en el original». O como cuando en un registro de audio hay un ruido que impide escuchar lo que se esté escuchando. Mezcla de silencio y estática. Este recurso visual conecta al autor con todos los otros autores que transitan la vía experimental. Nancy habla sucio, a veces hay letras que no le salen y aparece una X. Hay cosas que no puede decir, golpes que la sacuden y ante los que sólo puede quedar murmurando una larga mancha de X. Se combinan entonces el plano puramente visual del texto, y el plano auditivo, el ritmo, la musicalidad del habla de Nancy, su jerga. Nancy no dice weón ni huevón, dice ueón. Entendemos que este recurso nos dice algo de su pronunciación. Y es tal el grado de fiato, que la experiencia del lector es prácticamente la de estar en presencia de la protagonista. Se nos aparece Nancy. Una maravilla.

La violencia íntima del machismo y la hipocresía en esos cerrados mundos familiares. Pero el acercamiento de Lloret no es irónico ni compasivo. Nancy escapa de ese hogar enfermo y termina viendo a la virgen en las radiografías de sus metástasis. No puede hacerse chiste con eso. Lloret quiere a su personaje, con todos los vericuetos y zonas oscuras de su espiritualidad, con toda la precariedad contradictoria de su fe, y logra que también uno la quiera.

 

 

 

Denisse De la Parra