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RESEÑANDO: LAS DOS MUERTE DE RAY LORIGA – A P O L O R A M A
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RESEÑANDO: LAS DOS MUERTE DE RAY LORIGA

RESEÑANDO: LAS DOS MUERTE DE RAY LORIGA

 

 

—Todos los que querían tener éxito se han ido de esta ciudad. Así que, de algún modo, los que estamos aquí hemos fracasado. Este país y esta ciudad ya no pueden ofrecernos nada.

 

DE QUE VA:

En 2017, tras varios años de silencio, Ray Loriga gana el Premio Alfaguara con su novela Rendición. El escritor más representativo de la nueva narrativa española de los noventa recupera de golpe la fama que había ido perdiendo. El libro recibe buenas críticas y se agota la primera edición, la segunda, la tercera. Ray concede entrevistas, bromea con los periodistas que le habían dado por muerto, acude como invitado a un late night. Luego viaja a Latinoamérica para promocionar su obra. La gira finaliza en Buenos Aires. Y allí, en un hospedaje del barrio de La Boca, aparece su cadáver. Semanas antes del viaje, Daniel Jiménez conoció a Ray Loriga en la Feria del Libro de Madrid. Hablaron, se intercambiaron sus últimos libros, fueron a tomar una cerveza. Me gustaría escribir una novela sobre ti, le dijo Daniel. Se separaron con la promesa de volver a verse, pero ese encuentro nunca llegó a producirse. Como si fuera una deuda de sangre o una confesión, Daniel se propuso investigar la vida, la obra y la muerte de Ray Loriga con una idea en la cabeza: Un escritor muerto ya no puede seguir escribiendo, eso es cierto; pero los demás sí podemos hacerlo por él. Novela negra, biografía no autorizada, ensayo metaliterario, autoficción plagiarista: Las dos muertes de Ray Loriga es un libro que pretende derrumbar las fronteras entre géneros con un único propósito: contar una historia verdadera.

 

YO:

 

Las dos muertes de Ray Loriga y en esta tercera novela el título es una distracción: al final es Daniel Jiménez quien vuelve a desnudarse o a hacerse el harakiri en directo. Lo que hay de Ray Loriga, y eso está bien, es un sesudo ensayo sobre su obra. Aunque mi duda es: ¿por qué Sócrates no habló de Platón, porque Borges no escribió sobre Bioy Casares y por qué Ray Loriga no ha escrito nada sobre Daniel Jiménez y sí al revés? Vuelve a haber una adicción palpable de fondo: al alcohol, vuelven las dudas y los quebrantos sobre qué escribir, si merece la pena o no escribir, hay visitas a ferias del libro, presentaciones, aparece el tirano Juan Soto Ivars, la parte más prescindible de la tramoya literaria queda con el culo al aire y se mantiene una relación de amor-odio con la capital del reino, Madrid, Madrid, ese infierno en el que caí:

—Todos los que querían tener éxito se han ido de esta ciudad. Así que, de algún modo, los que estamos aquí hemos fracasado. Este país y esta ciudad ya no pueden ofrecernos nada.

¿Ha pretendido hacerse un hueco Daniel Jiménez en el escaparate literario primero con una novela vivencial sobre su terrible enganche a la cocaína y después subirse a los lomos del éxito de otro escritor consagrado? ¿El morbo vende? Si rechazamos frontalmente los programas del corazón y similares, ¿por qué acudimos a comprar cada vez más novelas que hablan de los cotilleos literarios. En Nueva York primero, en Madrid después, estas tres novelas toman como materia prima el chisme, propio y ajeno, y lo elevan a categoría literaria. ¿Tiene algo de talent show encubierto estas novelitas acerca de lo proceloso de la escritura? ¿Hasta cuándo podremos aguantar novelas cuya materia prima esencial es un escritor que afirma no saber sobre qué escribir o da vueltas y vueltas cual zopilote al hecho de qué es ser hoy en día un escritor? ¿Cuántas citas de otros escritores admite una novela sin acabar siendo pedante? Y, sobre todo, ¿recomendaría La noche de la pistola o Cocaína a un cocainómano? ¿Sería beneficioso que la leyera? Si la respuesta es negativa, ¿qué me aporta a mí, que no deseo probar esa sustancia? Me quedo con la punzante reflexión de Ricardo Piglia que Jiménez recoge en Las dos muertes de Ray Loriga:

“Literatura y mercado son dos cosas muy distintas condenadas a vivir juntas, en la misma caseta, como los animales del zoo están condenados a vivir entre sus propios excrementos.”

¡Y si sólo fuera eso! El escritor hoy está condenado a vivir en una jaula pública, a hacer mucho ruido con los barrotes y lanzarle sus propias cacas a los escasos visitantes que por allí delante pasan como aquella mona del zoo de Valencia que en un continuo acto de rebeldía manchó más de una chaqueta y un suéter. Aunque las he disfrutado mucho, me huelo y descubro que estas tres novelas me han dejado restos de sus autores en la camiseta.

Denisse De la Parra