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En el mundo de ✔️ ✔️ – A P O L O R A M A
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En el mundo de ✔️ ✔️

En el mundo de ✔️ ✔️

Te levantas, ¿qué es lo primero que haces?
Tal vez estirarte, quitarte algunas lagañas, entreabrir los ojos, sacar el brazo de las cobijas y desbloquear tu celular.

Seguramente comienzas a revisar FB y dar LIKES a diestra y siniestra.

¿En qué momento decidimos ceder lo más valioso que tenemos -nuestro tiempo- a personas que vagamente conocemos?
Nos hicimos adictos a desperdiciar el efímero regalo que nos da Cronos todos los días para convertirnos en esclavos de ajenos. (El tiempo pues).

De unos años para acá, nuestra vida se convirtió en algo que pasa entre alarmas:
De WhatsApp.
De notificaciones en Redes Sociales.
De alertas y a veces de ringtones.

Dependemos de la inmediatez en la que nos necesita el resto del mundo y vivimos angustiados por escuchar la siguiente alarma o sentir la próxima vibración.

Pensamos que nuestra importancia se mide con la necesidad que los demás tienen de nosotros.
El tener chingos de correos nos hace sentir que somos indispensables en nuestro trabajo, los emojis nos hacen creer queridos y los pulgares arriba avalados.

Incluso hay algunos que se obsesionan por tener todas sus notificaciones en 0 a modo de congraciarse con el resto de usuarios, aunque en realidad sean irrelevantes.

¿Qué pasaría si comenzáramos a tomar otra actitud?
Si por una semana apagáramos nuestros datos y la exigencia, el poder que creen tener todos los demás sobre nosotros. Qué tal si tú decides cuándo responder, cuándo estar disponible y en línea; pero sobre todo, cuando desconectarte.

Seguramente muchos se ofenderían y lo tomarían como un desapego valemadrista, como si no fueran importantes en tu vida y es que la verdad no lo son.

En el mundo que alguna vez fue; en donde la inmediatez no era una moneda de cambio social, sino algo que se ganaba nos procurábamos, nos cuidábamos…
Ahora todo se ve desechable y es más difícil lograr conectar con las cosas, con las personas; pero sobre todo desear y hacer que se queden, pues estamos acostumbrados a tenernos siempre tan a la mano, a nuestra merced, al sonar de un bip, que nos volvemos dispensables.

¿Cuánto tiempo te dura un gadget?
¿Cuánto tiempo te duran las ganas de querer estar con alguien?
¿Cuánto tiempo pasa para sentirte mal porque alguien no responde, o peor aún, no te lee?

A veces quisiera desafanarme de esta necesidad de vivir disponible, a la espera de que alguien necesite de mi atención; pero siento que cuando lo haga el resto seguirá su camino y se olvidará de mí, pues sentirán que no estoy.

 

Karo Gómez